Quedé atrapada a 45 metros de altura

  • hace 5 años
Esta chica se llama Susan y quiere compartir una historia íntima contigo. ¿Alguna vez has tenido miedo de algo? Por ejemplo, el tipo de miedo que se asemeja a un frío que hace que la sangre deje de correr por tus venas. El tipo que te paraliza; y terminas congelado como una estatua. Bueno, para Susan, esta es una descripción perfecta de su miedo a las alturas.

Susan notó que no se sentía bien al estar en un lugar más alto que una silla normal cuando aún era una niña. A ella ni siquiera le gustaba balancearse en los columpios, prefería simplemente sentarse sobre ellos, y apenas podía bajar un tobogán. Pero la cosa más aterradora le sucedió cuando tenía unos nueve años. Su gato se había escapado y estaba escondido en la casa del árbol de los vecinos. En ese momento no había adultos, por lo que decidió rescatar al gato por su cuenta. Lo que significaba que tenía que subir a la casa del árbol. "No mires hacia abajo" fue el único pensamiento que tuvo todo el tiempo. Una vez que finalmente alcanzó su meta y ya tenía el gato en sus manos, accidentalmente echó un vistazo al suelo. El miedo se apoderó de su corazón. Lo único que podía hacer era acostarse en el suelo de la casa del árbol y esperar hasta que alguien viniera a ayudarla. El señor Johnson, su vecino, la encontró aproximadamente una hora después. Salió a pasear a su perro, que al parecer olfateó a su gato que todavía estaba a su lado. Desde entonces, nunca ha vuelto a ser tan valiente ni ha intentado rescatar nada.

Susan siempre ha estado demasiado avergonzada para admitir que es algo cobarde, especialmente en la escuela. Tenía miedo de que nadie quisiera ser su amigo o, peor, que todos se burlaran de ella. De alguna manera ella, logró fingir ser normal. Por ejemplo, cuando sus amigas la invitaron al parque de diversiones en más de una ocasión, se le ocurrieron diferentes excusas para no ir, por ejemplo, no se sentía bien o tenía demasiada tarea que hacer, o estaba visitando a su abuela y etc. Y para no tener que trepar por la cuerda en la clase de educación física, solía ponerse un vendaje falso en su brazo o pierna, diciendo que tenía un esguince.

Pero un día, su vida cambió totalmente. Era el cumpleaños de Susan, y se esperaba una sorpresa completa. A primera hora de la mañana, sus mejores amigas le enviaron un mensaje de texto diciendo que iban a "secuestrarla" durante todo el día. En realidad, le vendaron los ojos cuando se alejaron de su casa, por lo que no tenía idea de a dónde iban. Cuando finalmente se le permitió quitarse la venda de los ojos, quedó petrificada. Estaban en el parque de diversiones que había intentado evitar durante tanto tiempo. Desastrosamente, sus amigas confundieron su falta de palabras con felicidad. Explicaron que era imperdonable que nunca hubiera estado en el parque de diversiones debido a sus enfermedades constantes, y que iban a compensarlo. Ni siquiera podían imaginar lo equivocadas que estaban.

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