Es una pequeña calle que une La Rúa con Cascalerías, una calleja sin portales que durante las noches de los fines de semana se convierte en un baño al aire libre. Durante las mañanas, el intenso olor a orín provoca náuseas al que pasa por ella que, además, debe ir esquivando los pañuelos de papel usados en la noche anterior.

Esta situación se agrava durante las fiestas y pone en evidencia el deterioro de esta callejuela que no da acceso a ningún edificio y que es también un foco de mugre por la constante dejadez. Frente a los edificios de uno de los lados de esta vía hay solares en los que la suciedad se acumula desde hace años, donde crecen los árboles sin control —tanto que casi tocan las ventanas de los edificios— y por cuyas ramas trepan y se pasean las ratas.

Una calle estrecha que tiene el encanto de aquellas que dan nombre al Barrio Húmedo, en este caso justificado a pesar de estar ya en el siglo XXI.