Como directora.

Los dos ayudantes de un cirujano ponen a dormir a un paciente con éter. Luego, el cirujano se dedica a una verdadera carnicería: amputación de un brazo y una pierna. Una vez que su "trabajo" está terminado, se va.
Presa de la pena los dos asistentes deciden hacer algo. Van a una reserva en un tanque de almacenamiento que contiene repuestos (sic). Luego instalan al paciente en una silla cómoda y con la ayuda de pegamento realizan un trasplante que, ¡oh! milagro, tiene éxito. La reanimación es tan rústica como la operación: consiste en hacer sonar una campana cerca de los oídos y ventilar mediante fuelles. Sin embargo, resulta eficaz porque el paciente no tarda en despertarse e incluso empieza a bailar un jig frenético.