Como directora.

Sentado en un banco un "ciego" comprueba las monedas que le van echando. Llega un oficial de policía que le insta a él y a su perro a que desaparezcan. Luego llega un valiente burgués que toma el lugar del "ciego" y que no tarda mucho en leer el periódico quedándose dormido. Reaparece el "ciego", adorna al dulce soñador con su letrero, en el que leemos "Ciego por necesidad", su cuenco y lo ata a su perro; se aleja de nuevo, no sin haber intercambiado sombreros y de haber robado el reloj del chivo expiatorio. Nuestro desafortunado héroe no permanece callado por mucho tiempo porque el agente regresa para desalojar a manu militari (mano militar) de este nuevo delincuente del orden público. ¡Aturdimiento de la parte interesada!, ¡la risa de los transeúntes y el triunfo del "ciego"!