Alfonso Rojo: “El cabreado Pablo Iglesias quiere que el socialista Sánchez le vuelva a dar un cargo”
  • el año pasado
Hoy sale Pablo Iglesias en bastantes titulares de prensa.
En muchos, lo que se destaca es su ataque a la comunista Yolanda Díaz, a la que él y Monedero acusan de plegarse a al socialista Sánchez.
El diario ‘El País’, que antaño parecía independiente, titula a toda página: “Pablo Iglesias defiende el papel de Podemos frente a la ‘izquierda domesticada’.
Me da que a mediados de 2023, entre las municipales y las generales, la teñida Yolanda pedirá el ingreso en el PSOE, pero, domesticados de verdad, -domados, amansados, desbravados y hasta estabulados- están desde hace cuatro años Iglesias y los capos de su club de fans, que tragan con lo que sea para seguir chupando del frasco.
El alboroto podemita del fin de semana sugiere que Iglesias se apresta a regresar al circo político.
En realidad, nunca se fue, porque dejó a sus marionetas al frente del partido y lo feminizó, no por convicción, porque él es un frustrado azotador de mujeres, sino porque le convenía.

Iglesias, que anda siempre enfadado y echa la culpa de todos sus tropiezos a bandas de conspiradores, es un tipo listo.
Cierto que no ha llegado a catedrático, a pesar de tener ya 44 años y de haber pasado la mitad de su existencia trincando becas en la Universidad.
Tampoco tiene obra escrita de relieve y quien lo dude que haga un esfuerzo y cite el título de algún libro del antiguo ‘Coletas’, pero es buen polemista, debate bien y entiende la comunicación.
Prueba de que no es tonto es que llegó ene un pis pas a vicepresidente, colgado del socialista Sánchez y ahora se está forrando.
Lo que dudo y mucho es que le vaya a salir tan redonda y rentable esta nueva travesía como la primera.
Y no porque tengamos pruebas de que los ayatolás iraníes le pagaban hasta el teléfono móvil. Tampoco porque esté a partir un piñón con los proetarras vascos y respalde las tesis de los golpistas catalanes, porque eso lo hace tan campante y sin mucho desgaste su colega Sánchez
Es indudable qué Iglesias trata bien a los suyos y sobre todo a las suyas, como prueban las carreras de Irene Montero, Lilith Verstrynge o Dina Bousselham y pero eso no será tampoco un lastre en su nueva carrera.
Lo que pesa en su contra y como una losa, es la coña del chalet de Galapagar, por mucho que las ovinas bases de Podemos votasen masivamente a favor del cambio inmobiliario de su jefe.
El salto del pisito VPP de Vallecas al chalet serrano, con piscina y casita de invitados, es de una incoherencia tal, que parece un chiste y lo peor que puedes hacer en política es dar risa.
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