El mundial más épico de la historia se disputo en 1995 en Duitama, Colombia. Indurain estaba llamado a conseguir el maillot arcoíris, tanto por su palmarés, ya había ganado 5 veces el Tour de Francia, como por el hecho de que era una carrera que se le resistía y en la cual había depositado mucha ilusión y mucha esperanza.

Sin embargo, la circunstancias de carrera hicieron que el gran campeón español entregara toda su fuerza y determinación en el trabajo de equipo y en defender a su compañero de selección Abraham Olano, que aprovechando el marcaje que sufría miguel, sorprendió en la penúltima vuelta marchándose por delante y consiguiendo unos segundos que valían oro, y que podrían valerle para conquistar el campeonato.
Y tras una gran exhibición del corredor de mapei Olano, cuando restan 2 km y parece que la victoria sería para el vasco, su rueda de atrás sufre un pinchazo y la situación se torna en dudas y nerviosismo.
Pero por detrás, en un grupo seleccionado por la dureza y el recorrido, en el que solo aguantan Marco Pantani, Giovanetti e Indurain, esta completamente controlado por el español, que ejerce un marcaje férreo a sus rivales, y pese a que le hubiese gustado salir a por Olano y ganar la medalla de oro, hizo lo que debía hacer, actuando como un verdadero compañero, y agrandando así su leyenda como uno de los mejores corredores de la historia del ciclismo y todo un caballero encima de la bicicleta.