Patada de Sánchez a la banca y las energéticas en el trasero de los españoles

  • hace 2 años
No seré yo quien derrame una lágrima por los banqueros.

Desde mi tierna infancia, cuando escuché por primera vez que Jesucristo había expulsado a latigazos a los mercaderes del Templo, profeso cierta aversión a los financieros.

Antipatía que se acrecentó, ya en la adolescencia, leyendo ‘El Mercader de Venecia’ y viendo como pintaba Shakespeare al usurero Shylock.
Sobra decir que ese rechazo ha degenerado en fobia al paso de los años, con la hipotecas, los intereses, las cuotas y todas las trapacerías que perpetra esa tropa.

He terminado por hacer mía la frase de Mark Twain según la cual “un banquero es alguien que te presta un paraguas cuando hace sol y te lo quita cuando llueve”.

Manías aparte, creo imprescindible subrayar que las medidas de Sánchez contra la Banca y las Eléctricas, me parecen una estafa a la ciudadanía.
Cierto que no lo tenía fácil.

Cuando ya se te ha agotado Franco, cuando le has mentido hasta al médico, cuando lo que te quedaba de alma se la has entregado al etarra Otegi, cuando ves que Feijóo te adelanta sin despeinarse, es complicado resistirse a la tentación de tirar de brocha gorda e intentar venderle a la ‘clase media trabajadora’ el cuento de que vas a hacerle la vida imposible a los ricos y repartir billetes de 100 euros entre los pobres.

Lo de la ‘clase media trabajadora’ no me quedó muy claro, porque ignoro si el progre Sánchez cree que hay otra clase media que no trabaja. O si la etiqueta es puro marketing electoral.

En cualquier caso, la realidad es tozuda.

Fue anunciar Sánchez el impuesto a los ‘beneficios extraordinarios’ y caer en picado las acciones de los bancos españoles, que se dejaron más 5.000 millones en una sola sesión.

En una hora, los accionistas españoles -grandes, medianos y pequeños- perdieron casi el doble de lo que el líder del PSOE espera recaudar en dos años.

Ni esta claro que son ‘beneficios extraordinarios’, ni cuándo empezarán a ser efectivos esos impuestos, que serán una patada en el trasero de la sufrida clase media.

No se engañen. Las entidades de crédito y las compañías eléctricas, como hacen siempre, repercutirán sobre las costillas de los clientes lo que les cueste la broma.

Al final y hasta que echemos a Sánchez de La Moncloa, el pato lo seguiremos pagando nosotros.

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