Análisis de Animal Crossing New Horizons para Nintendo Switch
  • hace 4 años
¿Cómo es posible que un juego tan particular sea lo más esperado de Nintendo en lo que llevamos de 2020? Pues la respuesta es sencilla; una vez que has jugado a Animal Crossing (a cualquier entrega desde el original de GameCube, sin contar los spin-off) te enamoras de su ritmo pausado, de su sentido del humor inocente y de sus personajes únicos.  De hecho, la comunidad de A.C. es una de las más entregadas de la gran familia de Nintendo, todo un grupo de fanáticos de la decoración, el cultivo y el intercambio de regalos.

Sólo así se explica que nos hayamos vuelto locos con cada detalle que íbamos conociendo: la construcción de herramientas y muebles en bancos de bricolaje, el modo multijugador local, las obras públicas que cambian el mapa de juego... porque New Horizons es el mismo juego de siempre, como nunca lo habíamos visto. Y aquí radica una de sus principales virtudes; Nintendo ha echado el resto para equilibrar la base jugable de todos los anteriores e incorporar mecánicas que lo hagan más profundo. 
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