La mamá de mi chica me sedujo, y su papá nos atrapó en el proceso

  • hace 4 años
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¡Hola, hola! Me llamo Simon y tengo 21 años. Como verán, mi historia resultó ser… bueno, algo escandalosa. Hace un tiempo, empecé a fingir que estaba enamorado de una chica, mientras que, en realidad, lo hacía solo para reunirme en secreto con su madre. No empieces a juzgarme todavía, si la hubieras visto lo entenderías, ¡era tan sexi! Pero ahora, su marido se enteró de nuestra aventura secreta, y parece que quiere matarme. No, no bromeo.

Hace unos diez meses conocí a una chica extraordinariamente hermosa. Se llamaba Julia, y estudiábamos en la misma universidad, aunque era un par de años más joven que yo. No puedo encontrar suficientes palabras para describir lo extraordinariamente bella que era ella. Cuando caminaba por la calle, todos los chicos giraban la cabeza para mirarla. Y era obvio que muchos muchachos de nuestro campus la adoraban, pero pronto supe por los conocidos de Julia que no tenía novio, y parecía que nunca había salido con nadie. ¡En ese momento no pensé que hubiera nada extraño en eso y simplemente acepté el reto!

Bueno, todo sucedió de una forma bastante ordinaria. De alguna manera encontré una razón para presentármele a Julia. Entonces, la invité a salir y le pregunté si quería ser mi novia. Nada en verdad muy interesante. Me considero un sujeto ingenioso, y créeme, sé cómo hacer para agradarle a la gente. Así que empecé a salir con una verdadera belleza, pero después de una semana me di cuenta de que mi vida no podía ser tan perfecta. Cuando solo intentaba llamar la atención de Julia, me di cuenta de que era la más cerrada e introvertida de todas las tímidas que había conocido en toda mi vida. Pero, como habrán adivinado, yo soy muy hablador, así que, por algún tiempo, el silencio de Julia no me molestó para nada. Ni siquiera me sentí ofendido cuando me di cuenta de que no estaba prestándome atención en lo absoluto y que solo estaba escuchando algo dentro de su propia cabeza. Era más molesto que no permitiera que nadie la tocara. O sea, pero para nada. Incluso cuando íbamos juntos a ver una película de terror, no me tomaba la mano en los momentos de "¡Bu!". Y créeme, la invité a sabiendas de eso a ver una película con muchas partes de miedo. Ni siquiera pude besarla en la mejilla, y, cuando lo intenté, Julia frunció el ceño o no reaccionó para nada a lo que estaba pasando. Era como si estuviera tratando de besar a un

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