La música más negra de Marruecos quiere ser Patrimonio de la Humanidad

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Rabat (Marruecos), 29 sep. (EFE).- (Imagen: Mohamed Siali) La música más "negra" de Marruecos, la más africana, es la música gnawa. Inconfundible por sus castañuelas de metal y su guembri (una especie de bajo de tres cuerdas), por sus ritmos envolventes y por su invitación al trance, después de haber viajado por el mundo de la mano del jazz y el blues, ahora quiere convertirse en Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.
En la ciudad de Bogotá, entre el 9 y el 15 de diciembre, el comité de la Unesco decide cuáles de las cincuenta candidaturas de otros tantos países pasan la criba y forman parte de este patrimonio inmaterial, un "título" que ayuda a la preservación y transmisión de las artes.
TRAÍDA POR LOS ESCLAVOS DE ÁFRICA
Nadie sabe exactamente de dónde viene la palabra "gnawa", pero lo mas probable es que proceda de "Guinea", nombre genérico dado comúnmente a un vasto espacio africano junto al Golfo de Guinea, al sur del Sáhara, donde los distintos sultanes árabes se abastecieron de esclavos durante siglos.
No fueron excepción los sultanes marroquíes de las distintas dinastías, y de ellos destacan dos famosos por sus razzias en el sur de su imperio: el saadí Ahmed al Mansur Dahbi, en el siglo XVI, y el alauí Moulay Ismail, en el XVIII. Con ellos llegaron miles de esclavos negros que se establecieron en Marruecos al servicio del sultán, en su corte y en sus ejércitos, pero también al servicio de la nobleza. Hasta bien entrado el siglo XX era posible encontrar en las familias aristocráticas marroquíes a una sirvienta negra que "pertenecía" a su amo.
Fue en esta comunidad de descendientes de esclavos donde nació la música gnawa. Alguien puede pensar en el blues por sus similitudes, pero no se trata de cantos de trabajo ni de lamentaciones: la gnawa es una música espiritual, en el que elemento religioso es esencial. Las letras de la música gnawa son siempre letanías religiosas de alabanza a Alá o al profeta Mahoma, que se repiten a modo circular de un modo que recuerda a las distintas músicas sufíes (como la de los derviches turcos) que se practican a lo largo del mundo musulmán.
UN RITUAL PARA INICIADOS
Durante siglos, la música gnawa no era para todos los públicos, sino para los iniciados. El maallem (maestro) Abdelmajid Demnati, un gnawi de Tánger, como su abuelo y su tatarabuelo, recuerda que hasta hace muy poco estaba incluso prohibido filmar una "lila" o velada gnawa, porque solo podía accederse por estricta invitación. Una verdadera "lila" (que significa "noche") comienza con la puesta de sol y termina al amanecer. El concierto, por llamarlo de alguna manera, consta de siete etapas que se corresponden con siete colores o estados del alma. Los asistentes pueden asistir a título contemplativo, dejándose llevar por el ritmo sinuoso del guembri y el tañido repetitivo de los crótalos (castañuelas de metal) que tocan sin cesar seis integrantes del grupo y cambian de ritmo al golpe de un tambor. Pero también se puede acudir a una lila gnawa c

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