El resultado ha sido cinco furgonetas de la policía completamente calcinadas, dos coches patrulla dañados y la fachada trasera de la comisaría totalmente ennegrecida. El hombre, de 30 años y vecino de Málaga, quemó los coches policiales porque consideró que los agentes no lo trataron bien cuando, en estado ebrio, quiso poner una denuncia por robo. Las cámaras de seguridad de la gasolinera donde compró el combustible lo delataron y finalmente fue detenido y trasladado a la comisaría provincial, el mismo edificio que casi quema con su supuesto ataque. El detenido cuenta con numerosos antecedentes y ahora se le acusa de acto vandálico y daños materiales a la policía.