Tras su holgada victoria en las legislativas italianas, Silvio Berlusconi ha recibido al líder Ruso Vladimir Putin en la isla de Cerdeña. En un clima informal y lluvioso, sin corbata, y de oscuro como el cielo, pero sonrientes como buenos camaradas que son. Las relaciones económicas entre Italia y Rusia se han visto reforzadas en los últimos años. "La visita de Putin confirma la importancia de nuestras relaciones bilaterales", explicaba bajo paraguas Berlusconi, recordando que el "30% de las importaciones de gas y petróleo a Italia provienen de Rusia". La última vez que Putin visitó Italia disfrutó de un baño en el mar frente a una piscina natural de aguas color turquesa, esta vez el tiempo no le acompaña, pero no por ello será menos intensa su reunión en la residencia veraniega de Berlusconi, Villa Certosa, en la Costa Esmeralda, un ejemplo perfecto de la llamada "diplomacia del afecto" que reivindica el líder italiano.