Bruni y Betancourt coinciden en el desfile del 14 de julio

Sarkozy pensando: es mi fiesta, la fiesta del país que gobierno, no soy más que un hombre, como los césares, pero nadie me lo tiene que recordar. Y mientras desfila y se muestra al mundo que Francia es poderosa, que Francia es muy hombre, aparece la "Reina de la República". Discreta, elegante, besada y admirada. Zapato bajo porque los centímetros importan. Rodeada de primeras damas, pero "Reina de la república" sólo hay una y viste de morado, o de malva, para los exquisitos del arco iris y el más allá. Los hombres: al otro lado, que la política es cuestión de testosterona y aquí hay un ejemplo: el presidente sirio y el primer ministro israelí a dos pasos y ni una mano, que somos enemigos, y muy dignos. Zapatero y Berlusconi juntos: la atracción de los opuestos.