Madrid, 8 jul (EFE).- Con el reconocimiento del camino avanzado en los últimos 40 años, pero con la reivindicación de que todavía queda mucho por hacer para la igualdad real, un año más Madrid se convirtió en una fiesta multicolor, en la que más de un millón de personas, según la organización, salieron a la calle para decir no a la homofobia.
Tras ser la sede mundial del Orgullo en 2017, la capital fue ayer el epicentro de las reivindicaciones del colectivo LGTBI, a las que se han unido otras en contra de la violencia machista o la defensa de la educación pública.
Bajo el lema "Conquistando la igualdad, TRANSformando la sociedad", la manifestación, eje central de las celebraciones del Orgullo 2018, tuvo como reclamación principal los derechos de los transexuales y ha estado marcada por la polémica del veto de la organización al PP.
Por primera vez, dos ministros -los titulares de Interior, Fernando Grande-Marlaska, y Sanidad, Carmen Montón- estuvieron en la cabecera de la marcha, que compartieron con responsables de la oposición como Albert Rivera (Ciudadanos), Íñigo Errejón (Podemos), representantes de CCOO y UGT y políticos madrileños.EFE