Gravísimo incidente entre las reinas Sofía y Letizia

  • hace 6 años
POR UN ROYAL SE HA DE PREFERIR MORIR SIN HIJOS A DEJARLOS, SI MALOS, POR HEREDEROS, POR LO QUE HA DE CRIARLOS AL SUSTENTO COMO TESOROS VIVIENTES A RESGUARDO, INCLUSO, DE LOS ABUELOS.

Los efectos del amor propio, más que el amor a sus hijas, han llevado a nuestras adoradas funcionarias royales españolas a protagonizar un gravísimo incidente en el antepórtico de la catedral de Mallorca, en la isla de Palma. Los hijos, como las prendas más queridas para una madre, no justifican los acometimientos fajados de soberbia y envanecimientos de la funcionaria royal Letizia La Fiztizia. No hay congoja posible en el corazón de una madre, por estrecho que lo tenga por naturaleza, cuando se trata de proteger a sus hijos contra la intemperie del desamparo, porque son fruto de sus propias entrañas, y si los aumentos que, en necesidad de atenderlos, sobrepasan la capacidad y el temple de la madre, se abrirán los augurios del destino para procurarlos frente a todo, pues más pueden para esto las mujeres que los hombres, al sujetarse a los sentimientos más verdaderos como a las sentencias de sus luces maternales. Aunque una madre yerre en el colosal empeño de proteger a sus hijos, nunca será yerro querido y, por lo tanto, censurable, pues como madre siempre estará presta a deponer sus descuidos, a admitir la corrección de sus errores y a no pretenderlos de porfía. Pero esto no quita señalar tales errores, como tampoco quita riego el agua de lluvia, ya que lo sumamente verdadero, aunque proceda de yerro, si es valeroso como la maternidad, es siempre venerable, pero corregible, aún a título de piadosa generosidad, pues la piedad ha sido siempre el ungüento que sana cualquier mal, como tan cierto que no debemos cesar de obrar siempre con la tasa de la bondad, a pesar de que hallemos el mal por doquier. Porque la bondad es virtud a fuer de ir soportada por la razón, sabedores de que nunca se contentan los malos con tan solo perseguir a los buenos, si no los afrentan y los acometen con la saña de la malhechoría. Y no vemos saña de malhechoría en los actos reprensibles de la funcionaria royal Letizia La Fiztizia, como el que ilustramos en la videola que presentamos en el día de hoy. Hay finezas que, aunque puedan parecernos menores que otras en la sustancia, son peores en la circunstancia, como más bizarro es el tormento por azotes dependiendo de si el flagelo latigario se da en invierno o en verano. No caigamos, pues, en el desvarío de no confesar las virtudes de lo bueno, por sernos más cómodo y divertido aprobar los vicios de lo malo.

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