Hitler y las drogas: Theodor Morell

  • hace 6 años
Podría ser una secuencia inverosímil de 'El gran dictador', pero es real: Un Adolf Hitler completamente drogado le explica a Mussolini que la guerra está ganada, justo cuando la invasión aliada de Italia es ya una realidad. Lo cuenta el periodista alemán Norman Ohler en 'El gran delirio. Hitler, drogas y el Tercer Reich' (Crítica), investigación que desvela por primera vez datos cruciales sobre la importancia del consumo compulsivo de estupefacientes en la deriva del nacionalsocialismo. Theodor Morell, médico personal del Führer, le inyectaba a diario un “cóctel de hormonas, esteroides y vitaminas” para que el comandante en jefe mantuviera el ritmo durante el arrollador inicio alemán de la II Guerra Mundial. Pero cuando el conflicto empezó a torcerse, llegó la hora de las drogas duras. El 18 de julio de 1943, el Ejército Rojo había aplastado a los blindados alemanes en Kursk, los aliados ya estaban en Sicilia e Italia barajaba capitular. Hitler, que había pasado la noche en vela y con dolores de estómago, tenía una reunión vital con Mussolini en unas horas. La situación era tan límite que el doctor Morell decidió tirarse a la piscina: inyectó Eukodal a Hitler. El Eukodal era un narcótico cuyo principio activo era un robusto opioide. Su efecto analgésico, que “doblaba el de la morfina”, “tenía un potencial euforizante de efecto inmediato, el cual es claramente superior a la heroína, su primo hermano farmacológico. Con una dosis adecuada, el Eukodal no produce cansancio ni deja KO, sino todo lo contrario”, explica Ohler. Era la primera de las decenas de dosis de Eukodal que se iba a meter Hitler. El Führer iba a pasar el resto de la guerra con un ciego considerable. El descubrimiento del Eukodal puso al líder nacionalsocialista como una moto. La primera vez que lo tomó se sintió tan bien que le pidió más mandanga a Morell casi inmediatamente. El doctor le inyectó una nueva dosis de Eukodal antes de la reunión con el Duce.

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